Nuestra bodega


Apenas queda en Morilla de los Oteros más viñedo que el que Jorge Robles González y su padre, Víctor, plantaron hace once años cinco hectáreas, cuatro de ellas prieto picudo y una de tempranillo, todo él dispuesto en espaldera y el que con buen criterio salvaron del descepe generalizado que se practicó en esta zona en la que las ondulaciones del terreno se atenúan para despejar el horizonte y desviar la vista sobre la vega del Esla. Conservan los Robles esas cuatro hectáreas de viejas rastreras con mucho cariño, tanto como dedicación le presta el progenitor, pendiente de las labores en el campo, sobre todo, y siempre dispuesto para cualquier tarea en la bodega. En las bodegas, porque son dos. Una en el casco urbano y la otra en la parte más alta, excavada sobre una ladera que cae hacia el norte con suficiente espacio habilitado y acondicionado sobre la bocacueva para tareas puntuales. Con esa base y en esos escenarios Robles González mantiene una línea de vinos de mesa, Viña Barrerona, que menciona en la etiqueta todavía más popular de la casa el paraje del viñedo y que ahora, descartado el tinto, se limita al rosado de corte tradicional elaborado mediante el sistema de madreo. El mismo que aplica para el rosado que lleva la certificación de calidad de la Denominación de Origen León.